Autor | Eduardo Bravo
La definición de persona sin hogar no es sencilla, desde el momento en que el criterio que se emplea para determinarlo varía según los diferentes países del mundo. Para algunas administraciones las personas sin hogar serían simplemente aquellas que viven y pernoctan en la calle. Para otras, también entrarían en esa definición individuos que se ven obligados a dormir en refugios y centros asistenciales.
Otra catalogación considera homeless a aquellas personas que, tras independizarse, regresan a vivir temporalmente con sus familias por haber sufrido algún bache en su vida. Por último, también podrían ser personas sin techo aquellas que residen en viviendas no convencionales como, por ejemplo, caravanas o casas rodantes.
No obstante, en lo que parece no haber dudas es que Japón es el único país del mundo con una tasa próxima al 0% de personas sin hogar. Al menos eso es lo que indican los datos estadísticos de 2022, que culminan una asombrosa bajada iniciada en años anteriores.
¿Por qué hay tan poca gente sin hogar en Japón?
Aunque las personas sin hogar en el Japón actual son víctimas de la crisis económica del 2008, el problema de los homeless en el país asiático se remonta al estallido de la burbuja inmobiliaria de 1990. Una situación inédita en el Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial que provocó el desplome de los precios de la vivienda, el colapso del sector de la construcción, la aparición de despidos masivos y, en último término, gente sin hogar.
Aunque en esa primera oleada el gobierno japonés no fue demasiado diligente, entre 2018 y 2020 sí que tomó medidas, lo que hizo que el porcentaje de sin techo en el país descendiera un 12%, pasando de 4.555 a 3.992 individuos, de una población total de más de125 millones. Actualmente las estadísticas hablan de solo 3.448 personas. En otras palabras, un 0% (redondeado) de los japoneses.
El problema al analizar esos datos es que demuestran que una de las razones de este importante descenso no fueron solo los programas asistenciales diseñados especialmente para solucionar el problema, sino el estallido de la pandemia de COVID-19, que afectó a todo el mundo y obligó a decretar confinamientos en diferentes lugares, entre ellos, Japón.
El cierre de los cibercafés en grandes ciudades del país como Tokio, Osaka o Kioto impuesto por las autoridades dejó a las personas sin hogar sin un lugar clave para desarrollar su vida con cierto confort. Lejos de ser meros lugares donde conectarse a internet, los cibercafés japoneses suelen abrir 24 horas al día y tienen una amplia oferta de servicios, entre los que se incluyen juegos de ordenador, televisión, alimentación e incluso duchas.
Para evitar que ese grupo de población se quedase aún más desamparada, las autoridades de Tokio -ciudad en la que se concentra el mayor número de personas sin hogar del país- decidieron ofrecerles alojamiento en aquellos hoteles que, debido a suspensión de los viajes turísticos, se encontraban vacíos. En otras localidades, como Saitama, también se habilitaron instalaciones municipales para acoger a esos ciudadanos como, por ejemplo, polideportivos.
Medidas políticas para apoyar a la población sin hogar
Estas medidas puntuales derivadas de la emergencia mundial, el gobierno japonés se sumaron a otras medidas tomadas previamente –tanto punitivas como asistenciales– destinadas a erradicar el problema de los sin techo.
Según la legislación japonesa, la mendicidad es una actividad prohibida en el país que puede tener consecuencias penales. A esta situación de ilegalidad se suma un prejuicio socialmente extendido, que considera a las personas sin hogar responsables directas de su desgracia.
De hecho, fueron estos prejuicios los que, durante años, hicieron que se ignorase a este grupo de población y no se le aportase solución alguna para superar una situación que, debido a ese estigma social, hasta ellos mismos consideraban vergonzante. Tanto es así que muchos afectados rechazaban las pocas ayudas que se les ofrecían por considerarlas ofensivas.
No obstante, después de que la crisis económica de 2008 dejase a muchos japoneses en situaciones de vulnerabilidad, la percepción cambió y las autoridades se vieron forzadas a poner en marcha programas de ayuda social destinados a que esas personas, recuperasen la normalidad de su vida anterior.
Un aspecto interesante de las políticas contra el problema del sinhogarismo en Japón es que gran parte de las acciones las llevan a cabo ONG como grupos religiosos y asociaciones de voluntarios de diversa índole. Al no ser un problema particularmente visible, el gobierno no lo considera una prioridad. Con todo, se han tomado medidas para evitar su agravamiento, y en 2017 se renovó para los próximos diez años una ley de apoyo a las personas sin techo.
La ley, que data originalmente de 2002, contempla cursos de formación para esos ciudadanos -muchos de los cuales rondan los cincuenta años– e incentivos para la contratación de los mismos y subvenciones para pagar los alquileres de vivienda, todo ello sin olvidar ayudas directas de comida para las personas en situación de desamparo.
Sin embargo, no son pocas las asociaciones dedicadas a combatir la pobreza que han criticado el triunfalismo del Gobierno japonés en el tema de las personas sin hogar. Entre otras razones argumentan que esas medidas para sacar a la gente de la calle son insuficientes y, en ocasiones, llegan a ser inhumanas, como sucede en el caso del mobiliario urbano hostil, diseñado para que esas personas no puedan sentarse o dormir en la calle.
¿Erradicar a los sin techo supone erradicar la pobreza?
El 7 de septiembre de 2013 el Comité Olímpico Internacional hizo pública cuál de las tres ciudades candidatas que habían llegado a la terna final -Tokio, Madrid y Estambul- acogería las Olimpiadas de 2020.
Finalmente la elegida fue la capital japonesa que, desde entonces, comenzó su particular carrera para tener listas en fecha y forma las instalaciones necesarias para la celebración de ese evento deportivo. Para ello, además de construir edificios, se embelleció la ciudad, lo que obligó a desmantelar los asentamientos de personas sin hogar que existían en diferentes enclaves de Tokio, como el parque Ueno.
La pandemia de COVID-19, sin embargo, forzó el retraso de los Juegos Olímpicos hasta 2021. Esto hizo que todas esas infraestructuras ya acabadas quedasen sin uso durante varios meses. Entre ellas, la villa olímpica, complejo formado por alojamientos y servicios para que los atletas residan en él durante la competición. A consecuencia de ese hecho, la organización no gubernamental Centro de Apoyo Moyai para la Vida Independiente inició una campaña de recogida de firmas online para pedir al gobierno japonés que fuera la villa olímpica, y no los hoteles privados, la que fuera utilizada para alojar a personas sin hogar.
Aunque la petición superó las cincuenta mil firmas, la propuesta no fue aceptada por las autoridades que, sin embargo, sí se habían mostrado receptivas en el pasado con otras iniciativas de Moyai sobre las personas sin hogar y que tenían el objetivo a largo plazo de erradicar la situación de pobreza que sufría ese colectivo.
Como explicaba Rayna Rusenko, investigadora estadounidense de la Universidad de Sophia en Tokio, a la Agencia EFE, las medidas adoptadas por el gobierno de cara a los Juegos Olímpicos eran soluciones que ayudaban a paliar temporalmente la situación pero que no se centraban «en mejorar las causas reales de la pobreza, por lo que no es una solución permanente». Por ello, habrá que esperar si, pasadas las Olimpiadas y los efectos de la pandemia, ese 0% de personas sin hogar se mantiene o si era solo un espejismo.
Otros países con problemas de sinhogarismo mucho más importantes
Japón se puede considerar uno de los países más exitosos a la hora de abordar el problema de la falta de hogar para sus ciudadanos, incluso si hablamos de un país con precios de vivienda relativamente elevados. Hay otros que no tienen tanta suerte. Según la ONG británica Greater Change, que busca mejorar las condiciones de vida de los sintecho, estos son los países de cada región global con mayor número de personas sin hogar:
Alemania (Europa)
Aproximadamente 650.000 personas sin techo habitan en el corazón industrial de Europa, afectando al 0,37% de la población. Se estima que una parte importante de esta población son refugiados.
Pakistán (Asia)
Los problemas de Pakistán son tan conocidos como difíciles de combatir, con una población sin techo de aproximadamente 20 millones de personas; cerca del 8,3% de su población de algo más de 240 millones de habitantes. Es una cantidad enorme y que solo es superada porcentualmente por países en guerra como Yemen o Siria.
Nigeria (África)
Para los países en desarrollo, una gran población implica grandes problemas, y Nigeria no es la excepción a esta regla. En total, 24,4 millones de sus más de 210 millones de habitantes duermen sin un techo sobre sus cabezas.
Honduras (Centro y Norteamérica)
Honduras tiene un millón de personas sin hogar, cerca del 12,35% de su población (unos 10 millones) y una de las tasas más elevadas del continente. Le sigue en el ranking Estados Unidos, con una tasa del 0,18% y más de medio millón de personas sin techo.
Colombia (Sudamérica)
A pesar de sus esfuerzos, Colombia tiene una población sin hogar elevada. Cerca de 5 millones de personas no tienen dónde dormir, lo que supone aproximadamente el 9% de la población del país. Es la mayor proporción de todo el subcontinente.
Australia (Oceanía)
Aunque Australia es un país próspero, también posee la mayor cantidad de personas sin techo de la región. En total son cerca de 100.000 habitantes sin un hogar. Un drama que afecta al 0,5% de la población.
Imágenes | Bin Massam, Cegoh, Vicart 26, Masashi Wakui