Autor | Jaime Ramos
¿De qué sirve una tecnología si en lugar de acarrear bienestar crea nuevas necesidades y controversias? Los intrincados niveles de la revolución tecnológica son el motor principal de las ciudades inteligentes. Sin embargo, ¿cómo estar seguros de que su aplicación está al servicio de los ciudadanos? El concepto de comunidad inteligente trata de resolver la cuestión.
¿Qué es una comunidad inteligente?
Concentrada sobre la pragmática del desarrollo urbano, las comunidades inteligentes o smart communities constituyen el pilar espiritual de una ciudad inteligente.
Así, pueden definirse como todos aquellos modelos e impulsos públicos y privados tendentes a implementar el uso de las tecnologías para dirigir y exprimir su impacto positivo sobre las economías, las instituciones, la sostenibilidad y, sobre todo, la calidad de vida de los ciudadanos.Tras el concepto de smart community se esconde una de las claves para mejorar el sentimiento de pertenencia a una comunidad.
¿Cuál es la mejor estrategia para crear una comunidad inteligente?
Por su naturaleza cohesionadora, el concepto no se puede y debe aplicar solo a los grandes núcleos poblacionales. Resulta mucho más útil y real cuando se dirige en un ámbito local y zonal, de manera que se identifiquen de una manera más precisas las necesidades de cada comunidad.
Y es que las comunidades inteligentes combaten males actuales como la brecha digital entre zonas rurales y urbanas.
En ese sentido, las administraciones locales juegan un papel protagonista de cara a integrar los recursos tecnológicos de sostenibilidad y conectividad bajo el influjo de los valores de la eficiencia, inclusividad, resiliencia, sostenibilidad, transparencia y productividad.
¿Qué servicios prestan las comunidades inteligentes?
Para lograr ajustarse a esos principios, existen una serie de herramientas auspiciadas por la propia tecnología.
Monitorización y tratamiento de datos
La integración del Internet de las Cosas (IoT) y el tratamiento masivo de datos en el ámbito local constituye un instrumento poderoso para identificar y satisfacer las necesidades de cualquier comunidad. Imaginemos, por ejemplo, sus diferentes aplicaciones para la gestión de residuos, flujos energéticos, el comercio, el control del tráfico, mejora de la seguridad, etc.
Potenciar sistema de información geográfica
Los sistemas de información geográfica (SIG) permiten aplican las tecnologías mencionadas a un ámbito geográfico mapeando y combinando diferentes características de una población local.
Visibilidad e impacto en la comunidad
Mientras que los servicios anteriores se mueven en un plano menos visible, es relevante para construir un sentimiento férreo de comunidad que el impacto de esos servicios afecte a la vida de sus habitantes. Un buen ejemplo, podría ser, una red de transporte público eficaz basado en datos reales de monitorización.
Participación
En ese sentido, se hace necesario encontrar fórmulas de participación, como los presupuestos participativos o grupos sectoriales de trabajo, para involucrar a la ciudadanía en los diferentes proyectos que buscan soluciones comunes.
Algunos ejemplos de comunidades inteligentes
Edmonton (Canadá), con más de 921.000 habitantes, ha sido una referencia de urbe de tamaño considerable que ha lanzado políticas localizadas. En 2010 se lanzó la denominada Open City Initiative que incluyó la puesta a punto de centro de análisis de datos e información. Los primeros objetivos se centraron en la introducción del big data y en fomentar los comercios locales aprovechando las virtudes de análisis, comprensión de datos en busca de elevar la eficiencia de las soluciones.
La información se publica de forma periódica online, de modo que los ciudadanos pueden, no solo consultarla, sino participar de forma telemática en los proyectos locales.
Como Edmonton, encontramos muchos ejemplos de cómo el concepto smart community puede contribuir a reforzar las comunidades: el sistema de monitorización del estado de las playas en Montevideo (Uruguay), la apuesta por la integración tecnológica de Columbus (Estados Unidos) o los focos de participación económica y universitaria de Bournemouth (Reino Unido) son algunos ejemplos diversos de cómo la perspectiva de comunidad cala en la población y ofrece resultados cualitativos.
Imágenes | Wikimedia/awmcphee, Wikimedia/Associated Press, Wikimedia/Tim Green