Autor | Jaime Ramos
¿Es posible imaginar, por un día, una ciudad sin coches? Esto es el objetivo del World Car Free Day, una cita que se repite cada 22 de septiembre y que tiene muchas y complejas implicaciones. Entre ellas está el resolver cuál es el futuro que le espera a los coches en las ciudades.
¿Cuántos vehículos hay en el mundo?
El planeta se acerca a un ritmo implacable a los 8.000 millones de habitantes. Esta cifra nos ayuda a entender con perspectiva el número de vehículos que existen en el mundo: son 1.446 millones según un estudio de Hedges & Company.
Al contrario de las expectativas de crecimiento exponencial de la población, la producción y matriculaciones de vehículos no seguirán la misma tendencia, en especial, en lo que se refiere a los vehículos privados. El paradigma industrial que introdujo el Ford Model T cambiará, no solo por la emergencia climática, sino también por la evolución a la que aspiran las calles de las ciudades inteligentes.
Esta es la piedra angular de la estrategia que hay detrás del World Car Free Day que auspicia la Organización de Naciones Unidas. En Europa, el día forma parte de la Semana de la Movilidad (#MobilityWeek). La iniciativa no es tanto una demonización de los vehículos, en especial los de combustión. Se dirige a potenciar espacios urbanos que estén centrados en las personas.
¿Por qué es beneficioso la reducción del uso del coche?
Reducción de emisiones
Se trata de uno de los mayores desafíos a los que se enfrentarán las ciudades de este siglo. La problemática de las emisiones ofrece una perspectiva bidimensional. Por una parte, encontramos la urgencia sanitaria de utilizar unos medios de transporte que no perjudiquen a la salud de los ciudadanos. Por otra, la reducción de emisiones forma parte esencial de la descarbonización que frene la crisis climática.
El primero de los retos resulta urgente en muchas ciudades del globo, como en China o La India. Por ejemplo, se estima que en 2020 la contaminación proveniente de los vehículos causó en Pekín y Shanghái 49.000 muertes en tan solo seis meses. El precio de este tipo de contaminación no solo se cobra en vidas o enfermedades. También supone un coste muy elevado. El mismo estudio indica que supuso un gasto de 23.000 millones de dólares.
Las iniciativas que potencian dejar el coche en casa han demostrado su utilidad para paliar estos fenómenos. La ONU resalta como ejemplo el Día sin Coches en París en 2015, que supuso una reducción de emisiones del 40%.
Reconquistar el espacio urbano
Carreteras, autovías, nódulos de comunicaciones, aparcamientos que devoran grandes superficies… La presencia del coche, sobre todo los turismos privados, han modelado las ciudades. Han provocado una deshumanización urbana, denostando la importancia de contar con espacios públicos.
Octavi de la Varga, Secretario General de Metropolis, lo señala así: "El espacio público del siglo XXI se ha tornado cada vez menos público, menos democrático y visiblemente marcado por la discriminación contra la diversidad". De la Varga subraya la importancia de elaborar políticas de movilidad o urbanismo que nos permitan devolvernos el espíritu público a las calles, a las avenidas o a las plazas.
Potenciación de hábitos saludables
Ir al trabajo en bicicleta o caminando incide no solo en la salud de los demás por la reducción de emisiones, sino también en la de los propios usuarios. Este ideal ha formado parte de las políticas francesas de los últimos años.
Hemos visto como las autoridades galas han tratado de promocionar la bicicleta. En 2014, un programa experimental remuneró a 10.000 empleados por cada kilómetro recorrido en bicicleta para ir al trabajo. A estas iniciativas le han seguido otras, como las subvenciones por cambiar coche por bicicleta eléctrico.
Ese afán francés por la bicicleta no es baladí. Los expertos avalan pedalear o caminar, en lugar de conducir, como instrumento fundamental para la salud, tanto física, como psicológica. Además, la seguridad vial en las ciudades también se beneficia, sobre todo si acompaña de medidas como la peatonalización o la recuperación de ecosistemas naturales.
Ejemplos de ciudades que han marginado los coches
Como se puede comprobar, el World Car Free Day puede quedar vacío de contenido si no se acompaña de medidas y políticas concretas.
En Europa encontramos algunos ejemplos emblemáticos de qué ocurrió a determinadas ciudades que impidieron el paso al transporte privado. Groningen, en Países Bajos, se suele poner como uno de los primeros casos en la década de 1970. Sin salir del país, los ciudadanos de Utrecht están encantados con la restauración de un antiguo canal que en los años 70 se convirtió en una autovía.
En los últimos tiempos, Ljubljana, capital de Eslovenia, ha sentado un interesante precedente de cómo peatonalizar su centro urbano. Su caso, además, no fue sencillo, pues tuvo que afrontar la transformación de vías con un alto valor patrimonial. Pese a las primeras protestas, el proyecto terminó considerándose un éxito. Tuvo el reconocimiento de la Comisión Europea con la concesión del título de Ciudad Europea Verde en 2016.
En Berlín, por su parte, un movimiento ciudadano aspira a culminar con la zona libre de vehículos más grande del mundo. Mientras que los responsables del proyecto calculan un gasto anual de 5 millones, se estiman en 425 millones los beneficios potenciales.
¿Desparecerán los coches en el futuro?
Las tendencias de ventas de coches a nivel mundial distan mucho de abrazar estas políticas urbanas. Si se analiza por continentes, hemos constatado por los ejemplos que el impulso es mucho mayor en las ciudades de Europa.
Según un estudio del MIT, se espera que en este continente el uso del coche se reduzca en un 12% en 2050 y suponga un 44,4% de los trayectos. Pese a que la estimación es que América del Norte también experimente una reducción, seguirá siendo de lejos la zona de mundo donde más se utiliza el transporte privado. Tres de cada cuatro trayectos seguirán siendo en coche en 2050.
Los mayores auges se esperan en Asia, con un aumento del 12%; y en África, del 7,2%. Las circunstancias de cada región son muy diversas. Sin embargo, lo que dejan claro los trabajos en la materia es que los coches están muy lejos de desaparecer. Los esfuerzos se centrarán, como podemos observar, en sacarlos de las ciudades.
Entre el coche limpio y su improbable extinción
El razonamiento de que la extinción del coche no se producirá lo avala la comunión de intereses económicos que mueve el sector. La industria de la automoción no concibe que su negocio se esfume de la noche a la mañana.
Eso sí, parece que hoy se reconocen los primeros frutos tras muchos años de intentos institucionales para que las grandes compañías implicadas en el asunto reconozcan los problemas asociados a las emisiones de sus vehículos.
Casi todas de ellas abrazan la electrificación total de su gama en una o dos décadas y la competencia entre los departamentos de marketing consiste en distinguirse por encima de los demás como el fabricante de coches más verde. Este oxímoron alcanza su máxima expresión al hablar de compañías petroleras verdes.
La cruzada por la sostenibilidad augura que continuaremos moviéndonos en coche durante muchas décadas. Eso sí, otras tendencias contribuirán a que el protagonismo del coche mengüe, en especial en las ciudades. Entre ellas, encontramos políticas locales cada vez más restrictivas o la desafección por el coche en propiedad, sobre todo por parte de los jóvenes en ciertas regiones. Avances tecnológicos como la conducción autónoma puede contribuir a romper esta tendencia.
Sea como sea, ninguna innovación podrá sustituir los beneficios de una ciudad planificada, no para el tránsito de vehículos, sino en base al bienestar de sus ciudadanos.
Fotos | Wikimedia.commons/ Jorge Franganillo, Freepik/Freepik, Freepik/Arthur Hidden, Statista, Dimitry B