Autor | Lucía Burbano
El despliegue y el nivel de sofisticación que ha alcanzado la tecnología puede ser un aliado de las ciudades, pero también un riesgo si cae en las manos equivocadas o no se definen sus límites con claridad.
Un caso paradigmático es la tecnología CCTV (Circuito Cerrado de Televisión) o videovigilancia, cada vez más empleada en las urbes para obtener datos de diversa índole y cuya gestión no está exenta de cierta controversia.
Según datos de Statista, que recoge estadísticas sobre el uso de videovigilancia en las 150 ciudades más pobladas del mundo, China domina el top 20 del ranquin de urbes con más CCTV instaladas. Taiyuan se sitúa en el número uno con 117 cámaras por cada 1.000 habitantes.
La India también tiene una presencia considerable de videovigilancia, con Indore el número 4, Hyderabad en el 12 y Delhi en el 16. Londres se sitúa en tercera posición, con 73 cámaras por cada 1.000 habitantes.
El caso de tres ciudades del top 10
Hyderabad
Con 36,52 cámaras por cada 1.000 personas en 2021, esta ciudad de casi 7 millones de habitantes, es una de las más vigiladas de la India. Esta estrategia de instalación masiva de cámaras de CCTV comenzó en 2013, cuando se produjo un ataque terrorista en la ciudad.
Las autoridades vinculan la videovigilancia a la disminución del crimen. El robo de joyas, por ejemplo, cayó de 1.033 incidentes al año a menos de 50 después de la instalación de cámaras CCTV.
Londres
La capital del Reino Unido copó titulares en 2020 cuando anunció que utilizaría cámaras de videovigilancia para el reconocimiento fácil en tiempo real algo que, hasta aquella fecha, sólo sucedía en China. La medida, planteada como un paso más en la prevención del terrorismo, ha generado un amplio debate que existe prácticamente desde que se colocaron las primeras cámaras en Trafalgar Square en la década de 1960.
Pekín
Se estima que la mitad de las cámaras CCTV instaladas en el mundo (unos 1.000 millones), están en China. Destacamos a Pekín, pero en realidad, deberíamos hablar del conjunto del país, ya que esta estrategia aplicada por el gobierno tiene una escala nacional. ¿Control de la población? El tema es complejo.
Controversias que genera la videovigilancia
El despliegue de CCTV que aplican las ciudades inteligentes cumple, básicamente, dos funciones; incrementar la sensación de seguridad y recabar datos, por ejemplo, de tráfico, que contribuyan a una gestión más eficiente.
Sin embargo, y esto es especialmente relevante en cámaras de reconocimiento facial, la cuestión del tratamiento y gestión de datos privados de aquellas personas grabadas es un tema espinoso, ya que no es 100% preciso.
Algunas ciudades y países cuentan con legislación al respecto. Otros tantos han cambiado de opinión, como es el caso de Nueva Orleans, que en 2020 aprobó una ordenanza que prohibía a su departamento de policía usar software de reconocimiento facial que modificó en 2022; ahora un policía puede solicitar permiso a un superior para usar esta tecnología para investigar delitos violentos.
IA y CCTV, la tendencia del futuro
La evolución del CCTV, llamada IVS (Intelligent Video Surveillance), añade el componente de inteligencia artificial que permite, entre otras sofisticadas funcionalidades, monitorear lo siguiente:
● Tripwire: definir una línea en el campo de visión que, si se cruza, activará una alarma.
● Detección de rostros dentro de una imagen.
● Detectar objetos abandonados durante un período de tiempo establecido.
● Lanza un aviso si la cámara ha sido tapada o movida y genera una alarma.
La instalación de dispositivos de videovigilancia en las ciudades está lejos de aminorar. La clave para una buena convivencia con la ciudadanía será establecer límites mediantes instrumentos legales.
Fotos | Unsplash/Arthur Mazi