Elkin Velásquez es Director de ONU Habitat para Latinoamérica y el Caribe. Con una amplia experiencia en el desarrollo de ciudades más seguras e integradoras, conversó durante el Smart City Expo World Congress 2019 sobre la resiliencia de América Latina y los grandes retos que tiene por delante.
América Latina es una región mucho más diversa de lo que suelen apreciar los observadores exteriores. ¿Es justo decir que no se puede hablar de soluciones universales para sus países?
América Latina, si uno lo mira en perspectiva histórica, es una construcción europea como imaginario. Y hay muchas cosas, por supuesto, que nos asemejan y nos acercan. Pero también es cierto que hay diferencias que se pueden representar también a través del urbanismo más simple.
Por ejemplo, la América Latina hispanohablante y la América Latina lusófona presentan perspectivas distintas. La perspectiva española se aprecia en una ciudad cuadriculada, con una lógica casi de seguridad del territorio. La lógica portuguesa, por contra, perseguía mejorar el comercio a través de los puestos y los asentamientos humanos costeros; no hay una plaza de armas, sino una gran cantidad de viviendas y un gran lugar de comercio.
Tradicionalmente las ciudades más antiguas son las más cuadriculadas, mientras que las más jóvenes tienen desarrollos relativamente más contemporáneos y con más problemas. Es la ciudad explayada, la ciudad de menor densidad, la ciudad que fue dominada por las fuerzas del mercado, no por una regulación impuesta por un poder central o local, sino de una visión ex-ante de lo que debería ser una ciudad.
En una lógica de matriz de la ciudad latinoamericana, la expansión de estas ciudades se caracteriza por una baja densidad y la informalidad. En un momento hubo una afluencia masiva de personas pobres y se concentraron cerca de los sitios de empleo, pero sin tener necesariamente acceso a barrios planificados, a vivienda digna. Eso nos generó una ciudad dual, que combina muy fácilmente y de manera segregada la ciudad de los ricos, planificada, y la ciudad de los pobres, informal. Esa es una constante y uno de los grandes retos que siguen teniendo las ciudades latinoamericanas.
La población jóven de América Latina y lo que implica para su crecimiento
Mientras que Europa envejece a pasos agigantados, América Latina aún no muestra una pirámide poblacional tan invertida. ¿Supone esto una ventaja o una desventaja a la hora de planificar el crecimiento de sus ciudades?
Si uno lo ve desde una perspectiva económica, podría decir rápidamente que eso es una ventaja, puesto que hay más población joven, que se correlaciona con un crecimiento económico y más población activa. Pero cuidado, puesto que también se necesita una buena educación para agregar valor en la actividad económica.
Desde ONU Hábitat investigamos cómo América Latina se ha urbanizado. Un 80% de la población vive en las ciudades, pero no es un continente que haya avanzado en productividad. Eso no sucedió en América Latina. Hay puntos específicos que debemos entender mejor para construir el futuro.
En síntesis, la demografía es importante, pero no suficiente para el desarrollo urbano sostenible.
El urbanismo social en América Latina
Medellín es un caso exitoso de regeneración urbana que es observado por otras ciudades. ¿Qué otros casos podría destacar?
Medellín es un caso exitoso matizable. Ha habido intervenciones estratégicas con resultados positivos en un momento en particular. Todavía queda mucho por hacer. No hay que tomarlo como un modelo. Hay que ser consciente de que cuando uno hace las cosas bien en una ciudad, que fue la más violenta del mundo en el espacio de media generación, pueden tener lugar transformaciones radicales y positivas para la gente.
¿Cuál es la ciudad ideal? No hay una ciudad ideal. La ciudad ideal es una ciudad en la que en un momento determinado se juntan las circunstancias para realizar unas intervenciones, unos proyectos que generan una transformación positiva. Una vez pregunté a un alcalde de Medellín cómo había logrado ciertos resultados, y me dijo con cierto grado de humildad que Medellín recogió las experiencias de otras ciudades. Porto Alegre, participación ciudadana; Curitiba, planificación articulada del transporte; Quito, espacios públicos; Guayaquil, regeneración de espacios como el malecón; la misma Bogotá, todo lo que hizo en cultura ciudadana… Habían recogido experiencias y construido sobre lo que otros habían construido.
Yo creo que lo interesante es identificar que hay muchas ciudades que han tenido una serie de programas e iniciativas que, si se recogen en una especie de vademécum de urbanismo para América Latina, podría servir para inspirar el cambio en muchas otras ciudades. Uno no puede olvidar lo que se está haciendo en Cuenca, en algunas partes de Lima, en Peñalolén, en algunas partes de Buenos Aires, lo que ha hecho Montevideo, algunos aspectos de Córdoba… Pero nada de esto quiere decir que sean ciudades modelo. Quiere decir que esas ciudades desarrollaron en un momento determinado algo que es inspirador.
¿Cuáles serían los desafíos más importantes a los que se enfrentan las ciudades de América Latina en estos momentos?
Con la crisis que se ha desatado en buena parte de la región, creo que el tema central es la desigualdad, la exclusión, el hecho de que en el ámbito urbano esto se sigue expresando en forma de exclusión socioespacial. Vemos que es muy importante desde la perspectiva de la planificación del nuevo urbanismo atacar los problemas de segregación. Desde el urbanismo hay formas, técnicas. Hay que tratar de aplicarlo en la totalidad de las ciudades.
Pero hay temas que no dependen de la ciudad. Es la construcción de la igualdad en términos patrimoniales para disminuir las distancias entre los que más tienen y los que tienen menos.
¿Y cuáles serían sus fortalezas?
Hay una fortaleza latinoamericana que nunca deja de sorprenderme positivamente, que es un grado de creatividad. A veces te encuentras en situaciones tan complejas que ni el mejor plan te permite salir adelante, pero hay una capacidad de respuesta rápida de resiliencia en corto tiempo. No quiere decir que esto se vaya a quedar así para toda la vida, pero si paseas por Ciudad Juárez, en un breve periodo fue capaz de dar la vuelta a una situación muy compleja. Hay una capacidad de innovación y creatividad para soluciones rápidas.
El segundo punto importante es que hay una gran riqueza en términos de capital social. Hay muchas redes, muchos grupos de trabajo, mucha solidaridad que reside en la familia. El reto es cómo construir mucha más colaboración y mucha más confianza. Creo que son dos temas absolutamente necesarios en América Latina y el Caribe.
Los asentamientos informales de Sudamérica: causas y potencial
Usted ha hablado en alguna ocasión del valor de los asentamientos informales. ¿Cómo se pueden integrar en las ciudades de forma efectiva? ¿Cómo se evitan fricciones al introducir una población que hasta ahora vivía en los límites de la sociedad y carece de una formación avanzada en países cuya industrialización va a demandar una formación especializada?
El problema es la desigualdad. Hablamos de la desigualdad expresada en el territorio, los barrios informales. Tradicionalmente algunos sectores de la sociedad han visto las intervenciones de mejoramiento de barrios como una cuestión de solidaridad y dignidad, y eso está bien, pero cuando integra un barrio anteriormente excluido a la vida económica de la ciudad, lo que se hace es reducir externalidades.
Hay un valor muy grande, no solo económico. Es cultural, es de capital social, es de resiliencia, es también del imaginario de una ciudad. Todo ese valor reside en el trabajo que podemos hacer en los barrios precarios, que han sido construidos directamente por las comunidades, y que poseen capacidad de avance incluso sin la ayuda del estado ni de la sociedad civil organizada.
Normalmente las intervenciones en los barrios precarios también tienen un dividendo de convivencia al reducir la delincuencia. Así que existe un gran valor en ayudar a esas familias que están atrás.
¿Qué proyecto o proyectos en la región le entusiasman en particular?
Más allá de proyectos individuales, que son muchos e innovadores, un tema muy importante en América Latina es tener finalmente una sombrilla que es el Plan de Acción General para la Nueva Agenda Urbana. Todas estas orientaciones globales que hemos reducido a lo regional nos han ayudado a federar y conectar el trabajo de diferentes redes. La red de mujer y hábitat, la red de personas con discapacidad, la red de grupos que trabajan en seguridad ciudadana, la red de Smart Cities, la red de cambio climático…
Es muy importante lo que estamos logrando, generar intercambios, sueños comunes para seguir avanzando. Incluso en un momento de complejidad como el actual, si hay interdependencia entre diferentes redes apuntando en el mismo sentido, van a dar resultados positivos en el corto plazo.