Autor | Lucía Burbano

Desde su nacimiento, las ciudades siempre han tenido una vocación defensiva. Tradicionalmente se han protegido de amenazas externas construyendo murallas primero y, unos siglos después, racionalizando su trazado como antídoto al caos.

Cuando las murallas medievales cayeron, las ciudades se volvieron más porosas, beneficiando la movilidad e incrementando la densidad. Estos dos últimos factores han tenido consecuencias positivas y negativas para la seguridad.

Las personas son, para lo bueno y para lo malo, el eje y motor de las ciudades. El trazado urbano responde a esta interacción humana. Hay quien piensa que el urbanismo es el problema o  la solución a comportamientos sociales asociados con la criminalidad.

¿Es más peligroso vivir en una ciudad que en un pueblo?

Todas las estadísticas confirman lo mismo: sí.  Los datos no engañan, las ciudades concentran un mayor número de criminales que los pueblos. ¿Puede el urbanismo solucionar esta lacra o, al menos, ayudar a que disminuya?

Que se cometan más acciones criminales en las ciudades que en el campo tiene lógica desde un punto de vista estadístico, ya que en las urbes las habitan más personas, y por lo tanto, existen más posibilidades de que se perpetren crímenes. También es donde se concentran -y se hacen más patentes- las desigualdades sociales y económicas, móviles, en muchos casos, de estos actos criminales.

Globalmente, los datos mundiales apuntan a México (con cinco ciudades en el top 10), Venezuela, Brasil y Sudáfrica como los países cuyas ciudades son las más violentas del mundo, según el número de incidencias registradas por cada 100.000 habitantes. Algunas han conseguido abandonar este infame ránking, para lo cual hará falta un esfuerzo considerable.

Cuatro razones que explican una mayor violencia en las ciudades

Las Naciones Unidas, mediante la herramienta Prevención del Delito a través del Diseño del Entorno, (Crime Prevention through Environmental Design) buscan fortalecer el urbanismo preventivo con medidas y la generación de contextos sociales que reduzcan la cota de acciones criminales. Aunque no existe una única receta, varios escenarios pueden ser considerados como idóneos para vándalos y criminales:

• Las ciudades ‘ofrecen’ multitud de oportunidades para el criminal; desde posibles víctimas a las que agredir a multitud de comercios o residencias que allanar.
• Aunque estar rodeados por otros suele dar una sensación de protección natural, la afluencia masiva de personas puede ser un escenario que dé pie al delito, como las aglomeraciones en el transporte público.
• Al hilo de lo anterior, en según qué circunstancias, los seres humanos nos mimetizamos con una masa social. Esto explica comportamientos incívicos llevados a cabo por un amplio grupo de personas en, por ejemplo, manifestaciones en las que se daña mobiliario público o escaparates de comercios.
• En la ciudad, las brechas económicas son más elevadas y éstas se ejemplifican con elementos materiales (coches y residencias de lujo) que pueden ser objeto de violencia.

¿Por qué algunas ciudades son más seguras que otras?

Las políticas municipales pueden favorecer o desfavorecer que las ciudades se perciban como más o menos inseguras. Las ciudades más inclusivas son aquellas que cuentan con espacios públicos aptos para el disfrute y la convivencia de todos y todas y registran menos posibilidades de encabezar listados sobre criminalidad. Tienen, por tanto, tasas de criminalidad más bajas.

Por norma general, el ‘dibujo’ de la ciudad perfecta y libre de delincuencia es aquella que cumple con estos mandamientos:

No discriminan

Institucionalizar el racismo, la pobreza, la estigmatización de algunas enfermedades mentales o la homofobia constituyen la raíz para propagar el odio, y, por tanto el crimen. El conjunto de la población debe ser tratada en igualdad de condiciones por autoridades y la administración.

Mismos servicios para todo el mundo

Siguiendo este hilo, el acceso a servicios básicos como escuelas y centros de salud, pero también parques y zonas verdes debe estar al alcance de todos los ciudadanos para cerrar brechas socioeconómicas, ya que la pobreza es otro de los desencadenantes del crimen.

Oportunidades para los jóvenes

Para no caer en las tentaciones de delinquir, a los jóvenes se les tiene que integrar en el sistema. Para ello, deben contar con oportunidades reales para desarrollarse educativa y laboralmente.

En 2021, las ciudades más seguras del mundo según The Economist son Copenhague, Toronto, Singapur, Sídney y Tokio. Para llegar a esta conclusión se han aplicado distintos baremos basados en estos baremos: seguridad digital, seguridad en salud, infraestructura, seguridad personal y seguridad ambiental.

¿Se registran más crímenes en las ciudades?

Sí. Principalmente, por las consecuencias económicas derivadas de la pandemia de la COVID-19, según alertó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en noviembre de 2020. El impacto del virus en todas las áreas de la economía mundial se traslada a las ciudades, ya que una mayor pobreza se traduce en mayores posibilidades de que incremente la tasa de delitos violentos en las urbes.

En Estados Unidos, las muertes por armas de fuego subieron más de un 24% en 2021. El gobierno estadounidense ha anunciado que colaborará con 15 ciudades (Los Ángeles y Washington, entre otras) que se han comprometido a usar parte de los fondos sobrantes de la pandemia para anticipar posibles crímenes violentos en estas ciudades.

Prevenir gracias al urbanismo

La criminalidad en las ciudades ha sido motivo de estudio por parte de distintos movimientos arquitectónicos. La Escuela de Chicago, nacida a finales del siglo XIX y cuyo desarrollo se produce en el primer tercio del siglo XX, argumenta que ciertos escenarios urbanos favorecen la disminución de episodios violentos.

Dos arquitectos versados en la materia son Jane Jacobs, para quien la seguridad va ligada a la diversificación de los usos del suelo urbano y la promoción de una mayor actividad en la calle que genere más contacto y la creación de vínculos de confianza entre las distintas comunidades urbanas.

Oscar Newman, autor de ‘Espacio defendible‘, desgrana en el texto una serie de estrategias preventivas para reducir las posibilidades de que se comentan crímenes, aunque sus teorías no cuentan con un quórumgeneralizado.

Un ‘mix’ de todas ellas da como resultado esta serie de propuestas:

• Para que la delincuencia disminuya hay que empezar por la transformación de las condiciones de vida comunitarias e incrementar la vigilancia natural, entendida como aquella que realizan los ciudadanos de forma natural y no las fuerzas del orden.
• Una característica común de este tipo de iniciativas es el rol del espacio público como lugar donde ocurren los hechos violentos  y deben ser, por tanto, el foco de iniciativas encaminadas hacia la prevención.
• Percibimos el espacio público como seguro si por él transitan personas. Por lo tanto, la presencia de comercios y buena iluminación en la calzada son elementos disuasorios para los criminales.
• Un buen mantenimiento y limpieza son elementos disuasorios. Elementos en mal estado, infraestructuras abandonadas…la ‘dejadez’ del espacio tiene un efecto llamada sobre actos vandálicos y contrarios a la salud pública.
• La planificación residencial mixta que incluya zonas comerciales, verdes y de recreo tiene, de forma natural, unas características positivas que previenen el delito.

Unos planteamientos desarrollados hace prácticamente un siglo, pero que siguen siendo efectivos a día de hoy.

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