Autor | Jaime Ramos
El gran sueño de la conducción autónoma ha de esperar. Aunque los fabricantes no han dejado de presentar cada año prototipos que pueden conducirse solos, al vehículo autónomo le resta un largo camino. ¿Cuáles sus principales obstáculos y desafíos?
¿Hay circulando ya coches autónomos?
Sí, los hay. Sin embargo, se encuentran en una fase experimental sine die. Los programas para potenciar el vehículo autónomo se han multiplicado de forma exponencial en los últimos años. Los encontramos en decenas de países.
El coche autónomo de Waymo, por ejemplo, empezó a recorrer kilómetros mostrando el logotipo de Google en su carrocería blanca. Los modelos han recorrido más de 20.000 millones de kilómetros hasta la fecha, perfeccionando la inteligencia que ha de velar por una promesa tan ambiciosa como el fin de las muertes en carretera.
Se trata de una carrera de fondo que fabricantes como Volvo se consideran iniciadores, pero con plazos difíciles de cumplir.
Entonces, ¿cuándo estarán disponibles?
La enorme cifra de kilómetros y pruebas realizadas por vehículos autónomos no son síntoma de que su comercialización se encuentre a la vuelta de la esquina. Es difícil aventurar una fecha en concreto. Lo que parece claro es que, poco a poco, irán proliferando en carreteras y en territorios acotados. Es el caso de la alianza de Baidu con BAIC para poner a rodar 1.000 taxis autónomos en China en los próximos tres años.
Hablar de una conducción autónoma plena implica haber recorrido los seis niveles que existen hasta poder alcanzarla. Un camino que, como veremos, está repleto de obstáculos.
¿Por qué las ciudades no están preparadas para la conducción autónoma?
Los impedimentos para la consecución del vehículo autónomo no solo tienen que ver el grado de madurez de su tecnología, también son jurídicos e, incluso, sociales.
Un mapeo de la red de carreteras
Los populares robots aspiradores que existen en la actualidad realizan un mapeo intensivo del lugar de limpieza para saber en qué lugar se encuentran. Esta sencilla comparación se torna muy compleja para el coche autónomo.
Requiere desarrollos, por lo menos, en tres áreas: perfeccionamiento de los sensores, del aprendizaje automatizado de las máquinas y reforzar las garantías de seguridad en carretera abierta.
El coche autónomo ha de aprender
El aprendizaje del coche autónomo no solo se dirige a conocer mejor los recorridos por los que circular. Los vehículos deben acoplarse a los comportamientos humanos que hay en la vía, prever una colección innumerable de respuestas en pos de la seguridad y, además, saber cómo comunicarse con los humanos.
Se trata de tres tareas también difíciles. El experto en la materia Edwin Olson, de la Universidad de Michigan, cree que queda un largo camino para que los vehículos autónomos alcancen un grado de fiabilidad suficiente:
"Los humanos no son perfectos, pero si lo analizas, somos muy buenos conductores, con un fallecimiento cada 161 millones de kilómetros recorridos".
Un marco normativo claro y flexible
La legislación suele marchar por detrás de la esfera tecnológica. En términos de conducción autónoma, les distancian todavía años luz. Y es que los juristas no se ponen de acuerdo con los técnicos en cómo debería ser el marco.
Un ejemplo de lo contrario lo encontramos en Florida, Estados Unidos. El estado comenzó a legislar en 2019 para integrar los vehículos autónomos. La última publicación normativa de este territorio llegó como una gran novedad el pasado verano.
Por encima de estos tres ámbitos encontramos el factor de la aceptación social. Mientras que concebimos que humanum errarum est, a las máquinas no le concedemos el mismo privilegio. Por eso, falta tiempo para que el coche autónomo se gane una confianza que tiembla cada vez que se produce un accidente en el que se involucran ambas partes.
Imágenes | iStock/Irik Bikmukhametov, NHTS, iStock/Sundry Photography