Autor | Jaime Ramos
Superar una catástrofe natural sin daños puede considerarse la quintaesencia de la resiliencia urbana. Desde el nacimiento de la polis, los terremotos han golpeado a las ciudades sin que estas pudieran defenderse. En las últimas décadas, esto ha cambiado.
Los terremotos han sido definitorios desde la antigüedad. Por ejemplo, un terremoto tan alejado en el tiempo como el del año 464 a.C. en la ciudad de Esparta sigue siendo famoso y significativo. Influyó en el devenir de la historia griega y el desarrollo de la "democracia urbana" en Atenas.
¿Qué es la resiliencia sísmica y por qué es importante?
Esa indefensión no resulta tan asoladora como antaño gracias a las tecnologías de resiliencia sísmica. Su importancia reside en la capacidad de las ciudades para disminuir las bajas humanas y el coste económico.
En la historia reciente, hemos de remitirnos al año 2015 como el momento en el que se produjo el último de los grandes giros significativos. Fue entonces cuando la asamblea general de las Naciones Unidas impulsó un acuerdo voluntario para paliar los efectos de los desastres naturales.
El programa Sendai contempla 50 medidas dirigidas a unificar criterios en el mundo. Muchas van dirigidas a tener en cuenta los fenómenos calamitosos en la planificación urbana, dedicar suficiente inversión en nuevas y más resistentes infraestructuras y potenciar el retrofitting. En el ámbito de los terremotos, son las regiones y las ciudades que más han sufrido los que han ido sentando las bases de la resiliencia.
Las ciudades japonesas como referente
La situación geológica del archipiélago japonés lo convierte en uno de los puntos más vulnerables del globo. No en vano, los japoneses contabilizan hasta 5.000 temblores de tierra al año.
Gracias a los esfuerzos históricos del país, Japón ha conseguido ir reduciendo de forma paulatina el número de fallecidos por los terremotos. El ejemplo de ciudades niponas como Tokio u Osaka constituyen toda una referencia porque han desarrollado un plan genuino de perfeccionamiento de sus infraestructuras en tres niveles conocidos como Taishin, Seishin y Menshin. Estos se resumen someramente en la concepción de modelos de refuerzo, absorción y aislamiento de los edificios.
Resiliencia sísmica en San Francisco
San Francisco es otra urbe con una desafortunada tradición con los terremotos. Los vividos en 1906 y 1989 fueron capítulos trascendentales para la ciudad. En la última década, la ciudad del Golden Gate (puente que colapsó por el terremoto de 1906 y fue reconstruido para evitar futuras arremetidas sísmicas) ha implementado un plan urbano de resiliencia, con 100 estrategias específicas que incluye medidas para reducir el impacto de futuros seísmos.
Se han tenido en cuenta, además, el panorama que se genera tras el fenómeno, buscando garantizar la estabilidad posterior de las comunicaciones y la red eléctrica; o el apoyo económico a los colectivos peor parados.
El caso de Wellington
La ciudad neozelandesa es otro ejemplo de resiliencia. Tras el terremoto de 2011, en el que perdieron la vida 185 personas, las autoridades han reforzado su estrategia apostando por el retrofitting. Se ha trabajado para conservar las estructuras existentes, analizando las cargas gravitaciones e incrementando su fortaleza gracias a la modificación de elementos que se defiendan mejor de, por ejemplo, las sacudidas laterales.
Lecciones desde Turquía
Los recientes terremotos de Siria y Turquía también han servido para potenciar la resiliencia sísmicas. De los más 100.000 edificios que se vieron afectados en Turquía, las autoridades están analizando las estructuras de los que mejor lidiaron con la tragedia. Un ejemplo es el del Hospital de la ciudad de Adana, que registró una reducción del 75% del impacto del temblor gracias a su sistema de aislamiento.
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