Autor | Jaime Ramos
El hidrógeno está llamado a ser el combustible del futuro, pero tiene una pega de partida: su obtención y producción sin emisiones, es decir, como hidrógeno verde, no son tan sencillas. ¿Qué desafíos tenemos por delante para aprovechar el gas más abundante del Universo?
Muchos países llevan años apostando para que el hidrógeno sea el protagonista de una revolución energética sin igual. En Japón, por ejemplo, existe un gran apoyo institucional desde hace años. En la Unión Europea, desde su Comisión señalan que el gas representa algo menos del 2% de su mix energético y, que de ese porcentaje, el 96% se produce mediante métodos contaminantes como la quema de gas natural. Sin embargo, las autoridades de estos territorios, entre otros, ultiman planes para dar un vuelco a la situación.
¿Qué es el hidrógeno verde?
El hidrógeno verde, en términos sencillos, se refiere a la obtención de hidrógeno como combustible y para usos energéticos mediante métodos renovables, como la electrólisis. Es decir, es hidrógeno renovable.
Dentro de esta nomenclatura cromática se diferencia de otros tipos, como el hidrógeno negro, marrón, gris, azul o turquesa. Todos ellos se valen de combustibles fósiles en su obtención. También existen el hidrógeno rosa, obtenido por energía nuclear, y el hidrógeno blanco, como la forma volátil en el que elemento se encuentra en la naturaleza.
¿Cómo se produce el hidrógeno verde?
Aunque no es el único, la electrólisis del agua resulta el método más utilizado para la obtención de hidrógeno verde. Esta tecnología consigue una partición limpia de la molécula de agua para separar el hidrógeno del oxígeno.
El proceso se nutre de energía eléctrica de fuentes renovables, que se transmite a través de electrodos que posibilitan un intercambio iónico entre ambos, en lo que se conoce como una reacción de oxidación-reducción. También existen otros modos limpios de producción hidrógeno, por ejemplo, aplicando energía solar y biometano (hidrógeno amarillo).
Usos del hidrógeno verde: ventajas y desventajas
Como se ha apuntado, el hidrógeno verde es una de las grandes esperanzas para lograr y acelerar la descarbonización. Según la UE, "puede utilizarse para sustituir los combustibles fósiles en el transporte y en la industria y para estimular la creación de nuevos sectores".
Entre las ventajas principales del hidrógeno verde encontramos:
- Como se indica, permite una obtención limpia y su disponibilidad es abundante.
- Aplicado a la movilidad a través de la tecnología de pila de combustible, permite una movilidad cero emisiones con una eficiencia energética que dobla al motor de combustión (en torno al 65%). El debate sobre el modo de integrarlo en el seno de la movilidad y el transporte urbano está servido.
- Puede servir de apoyo al sector energético: tiene un enorme potencial de almacenamiento energético, lo que, según fuentes de la UE, podría contribuir a flexibilizar las exigencias sobre el mercado de energía eléctrica.
Entre las desventajas podemos citar:
- Producir hidrógeno requiere, no solo una gran cantidad de energía eléctrica, sino también de agua.
- En materia de movilidad, el desarrollo de coches a hidrógeno supone un desafío aun mayor que el vivido con los vehículos 100% eléctricos. Aun así, resulta más sencillo su implementación en el transporte pesado: autobuses, camiones, trenes e, incluso, embarcaciones.
- Las ciudades, por tanto, tardarán más tiempo en ver modelos energéticos a hidrógeno implementados. Esto es así porque, además, requiere de una red específica de infraestructuras de distribución y almacenaje a altas presiones.
Pese a las dificultades, se pueden encontrar estrategias muy ambiciosas con el hidrógeno verde en el plano urbano, como el plan de China que aglutina hasta a 39 ciudades.
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