Autor | M. Martínez Euklidiadas
Taiwán pretende utilizar infraestructura suburbana obsoleta para dar espacio al cultivo vertical y de interior. De momento es solo una prueba, pero el objetivo es explotar la red de metro sin uso para dar de comer a la población y apuntalar la seguridad alimentaria. No es un caso aislado. Otros países están transformando su agricultura y trasladándola al interior. ¿Por qué, si ahí necesitan de lámparas que simulen el Sol?
¿Qué es el cultivo vertical?
El cultivo vertical consiste en colocar varias bandejas o plataformas de crecimiento unas encima de otras formando capas y de forma apilada. Este tipo de cultivo suele llevarse a cabo en interior, hacer uso de técnicas de aeroponía e hidroponía, y seguir un proceso industrial, avanzado tecnológicamente, parcialmente automatizado e incluso robotizado.
¿Para qué sirve el cultivo vertical?
El cultivo vertical tiene exactamente la misma función que la agricultura llamada convencional: dar de comer a un creciente mundo hambriento (relevante con ahora 8.000 millones de personas) aunque tiene por objetivo eliminar algunas de las desventajas intrínsecas a la forma actual de cultivar.
En el caso de países pequeños, como Taiwán, Singapur, Andorra o Mónaco, este tipo de cultivos aliviaría la dependencia extranjera; y lo mismo se podría decir de entornos urbanos, lo que supone un alivio para la biodiversidad que ahora sufre por la extensión de los cultivos.
Ventajas y desventajas en comparación con una explotación tradicional
¿Qué hay de las ventajas y desventajas de esta forma de cultivar?
Ahorro de suelo
La ventaja número uno del cultivo vertical es el ahorro de suelo o el evitar la dispersión sobre el territorio, pudiendo dedicar áreas ahora de cultivo para la restauración ecológica. En 2020 se publicó un estudio sobre cultivo vertical de trigo con entre 10 y 100 niveles. Significa que en 1.000 m² se podrán cultivar de forma controlada, con rendimientos mucho más altos y menos insumos el equivalente a entre una y diez hectáreas.
Las granjas verticales en suelo urbano podrían aumentar el ya alto coste del metro cuadrado y aumentar los problemas de gentrificación, pero en la periferia urbana podrían ayudar a perimetrar junto a cinturones verdes urbanos, muy eficientes a la hora de evitar la dispersión urbana. Dónde ubicarlas es clave.
Alta eficiencia energética
También es relevante la eficiencia energética y de recursos. Ya hay ‘lechuga de alta eficiencia‘ por cultivarse en interior. La agricultura emite el 18,4% de las emisiones de gases de efecto invernadero, en parte debido a la deforestación, uso intensivo de químicos derivados del petróleo o el propio consumo de combustible en transporte. Acercar los centros de producción y reducir casi por completo las pérdidas asociadas al clima o los eventos climáticos ayudaría mucho.
Dependiente de la tecnología y muy nueva
Sin embargo, la agricultura vertical presenta algunos retos importantes. Para empezar, parte de la opinión pública aún no la comprende y la siente alienante. Muchos la confunden con otras tecnologías como la transgenia.
Además, el nivel tecnológico requerido la hace poco accesible para los actuales agricultores, lo que los convierte en detractores de cualquier avance al respecto de esta tecnología y en grupo opositor. Esta misma dependencia tecnológica reduce parte de la eficiencia.
Por ejemplo, la agricultura vertical necesita sistemas de iluminación para simular la luz solar que aumentan la dependencia energética. En conjunto usa menos energía que la agricultura sobre suelo, pero energía eléctrica en lugar de química de combustión. Esto supone cierta barrera, especialmente para la aceptación del público. La divulgación es clave.
Imagen | Metro.taipei