Autor | Lucía Burbano
Desde hace más de una década el Instituto de Investigación de Estadísticas de Corea del Sur pregunta a la población qué les parece la calidad del aire que respiran. La respuesta desde 2012 es prácticamente la misma: bajos índices de satisfacción que no hace más que confirmar que Corea del Sur tiene un problema.
Especialmente acuciante es el aire que se respira en la capital, Seúl, debido a su rápida industrialización. Según la NASA, esta gran urbe se encuentra entre las ciudades del mundo con la peor contaminación atmosférica. Entre 2009 y 2013, la media de PM10 de la ciudad fue superior a la de muchas de las grandes metrópolis del mundo como Los Ángeles, Tokio, París y Londres. También se estima que la calidad del aire fue la causa de cerca del 16% de las muertes en el área metropolitana de Seúl en 2010.
La calidad del aire de Seúl, un problema nacional
Según IQAir, empresa suiza de tecnología de la calidad del aire que cuenta con una plataforma de información sobre la calidad del aire en el mundo en tiempo real, la calidad media en Corea del Sur en 2019 fue "moderada". Sin embargo, el nivel de la materia particulada o PM2,5 (partículas presentes en el aire de un diámetro de 2,5 micrómetros) fue el doble del recomendado. En el ránking global de aquel año, el país ocupó el puesto 26 de 98.
En 2020, y como sucedió en prácticamente todo el mundo debido al cese de actividades derivado del Covid-19, el nivel de partículas contaminantes descendió, en el caso coreano, un 27%. Sin embargo, el paréntesis provocado por la pandemia no debe enmascarar una realidad que en Corea tiene nombre y apellido: el polvo fino o polvo amarillo.
Su capital, Seúl, que alberga a aproximadamente 10 millones de personas, registra los peores niveles de contaminación del país. Tanto que sus residentes vivirán una media de 1,7 años menos si estos niveles de polución continúan.
Los responsables de la mala calidad ambiental
En marzo de 2021 Corea padeció la peor tormenta de polvo amarillo de la última década. Este fenómeno, que se origina en los desiertos de China y Mongolia especialmente en primavera, arrastra consigo partículas dañinas como el azufre, monóxido de carbono, metales pesados y otras sustancias cancerígenas además de virus, bacterias, hongos, pesticidas, antibióticos, herbicidas y componentes plásticos que acelera y agrava enfermedades pulmonares, cardiovasculares y varios tipos de cáncer.
Las autoridades sanitarias locales categorizan las concentraciones de PM10 (partículas sólidas o líquidas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas o polen) entre 0 y 30 microgramos como buena, entre 31 y 80 como normal y entre 81 y 150 como mala. En Seúl alcanzaron los 545 microgramos aquel marzo del año pasado y las autoridades aconsejaron a los grupos vulnerables no salir al exterior.
Las tormentas de polvo amarillo han existido siempre pero se han visto exacerbadas por la creciente deforestación en Asia Central, aumentando su frecuencia, especialmente si las precipitaciones escasean y los anticiclones generan aire cálido o estancado en la atmósfera. Muchas voces en Corea culpan también a la actividad industrial china, mucho más intensa que antaño, como causante del número de partículas nocivas presentes en estas tormentas de polvo.
Drones, robots, satélites y lluvia artificial, medidas para mejorar la calidad del aire
Conocedoras del problema, las autoridades coreanas trabajan para mejorar la calidad del aire implementando varias estrategias:
Robots autónomos con tecnología 5G
El año pasado, robots autónomos con tecnología 5G armados con equipos para medir la calidad del aire, empezaron a circular por el complejo industrial de Jeonju, al sur del país. Más eficientes y con capacidad de llegar a más rincones que los inspectores que patrullan las fábricas realizando esta labor, la información recogida se utilizará posteriormente para la gestión ambiental de la ciudad.
Asociación con organismos internacionales
El área metropolitana de la capital de la República de Corea, que incluye Seúl, Incheon y la provincia de Gyeonggi, se ha asociado con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, organización que ayudará a los funcionarios coreanos a ampliar sus esfuerzos para hacer frente a la contaminación del aire y compartir las mejores prácticas con otras regiones que sufren de mala calidad del aire.
Drones para luchar contra la mala calidad del aire
Dentro de una serie de inversiones que el gobierno coreano está realizando para implementar drones en varias operativas, la empresa de vigilancia Hancom inSpace ha sido elegida para desarrollar un sistema automático de drones que observen la contaminación costera durante más de 20 minutos a una distancia de hasta 4 kilómetros.
Colaboración con China
La calidad del aire se ha convertido en un espinoso asunto diplomático, ya que según varas voces coreanas, alrededor del 70% de las partículas tóxicas presentes en las tormentas de polvo amarillo proceden de la actividad industrial desarrollada en China. Aun así, Corea ha mostrado su disposición a colaborar con las autoridades chinas en, por ejemplo, proyectos que generen lluvia de forma artificial para limpiar la atmósfera.
Un satélite nacional
El año pasado, el Ministerio de Ciencia y TIC del país anunció que a partir de ahora empezará a proporcionar a sus habitantes datos sobre la calidad del aire en Corea en tiempo real y de siete tipos de contaminantes atmosféricos. Los datos los obtendrá de su satélite ambiental Chollian-2B, lanzado a órbita en 2020, para no depender de satélites extranjeros que proporcionaban esta información no con la frecuencia deseada dada la magnitud de una problemática que se ha convertido en una cuestión de estado.
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