Autor | M. Martínez Euklidiadas
Barcelona 92 fue una magnífica estrategia de proyección internacional de la ciudad de Barcelona. En 1984, apenas dos años después de las primeras elecciones democráticas tras la Segunda República Española (el dictador Francisco Franco había muerto en 1975) Narcís Serra propuso Barcelona como candidata a los Juegos Olímpicos del 92.
La ciudad creó la Oficina Olímpica de Barcelona, y tras varios años de solicitudes y proyectos, en 1986 se hizo público el resultado. Barcelona acogería los Juegos del 92, un evento que la impulsaría a la esfera de ciudades mundialmente relevantes desde la que compartir sus valores democráticos, de integración social y multiculturalidad con el mundo.
¿Cómo impactaron los Juegos Olímpicos en una ciudad anfitriona?
"El deporte tiene el poder de transformar el mundo", dijo en su momento Nelson Mandela. Y si puede transformar el mundo, desde luego que puede modificar una ciudad al completo, con frecuencia para mejor. Los Juegos Olímpicos son un dinamizador económico y social, y muchas ciudades han sabido aprovechar este impulso para catapultar su sociedad a un nivel mundial.
Es el caso de Barcelona, que con Barcelona 92 (Juegos de la XXV Olimpiada) fueron capaces de hacer la ciudad mundialmente conocida. Hoy en día muchos extranjeros llegan a pensar que Barcelona es la capital de España (que es Madrid). Supieron aprovechar el evento de forma excepcional, y lograron que no hubiese ni un solo boicot, frecuentes desde Múnich 1972. Un hito.
Otros Juegos Olímpicos y sus dispares resultados: Seúl, Pekín y Londres
Desde hace mucho tiempo, los Juegos Olímpicos dejaron de ser un evento estrictamente deportivo para convertirse en algo distinto. Igual que la reforma de numerosos barrios barceloneses cambio su demografía de forma permanente, los juegos de Seúl 88 hicieron necesario el desplazamiento forzoso de 720.000 personas, muchas de ellas pobres. Algo parecido sucedió en Pekín 08, cuyas obras no se podrían haber logrado sin desplazar nada menos que a 1,5 millones de ciudadanos humildes.
¿Merecen la pena estos sacrificios? Tanto las olimpiadas de Seúl como las de Pekín tuvieron como objetivo mejorar la imagen mundial de Corea del Sur y China, respectivamente. Desde ese punto de vista, fueron un éxito. Pero si nos atenemos a criterios estrictamente utilitarios, la cosa está menos clara. Por ejemplo, los Juegos Olímpicos de Londres en 2012 generaron unos ingresos de 5.200 millones de dólares frente a unos gastos de 18.000 millones, y aún fueron "económicos" si se comparan con los 3.600 millones generados en Pekín después de invertir más de 40.000 millones de dólares.
La reconstrucción de la ciudad
Adecentar la ciudad para los miles de visitantes, millones si se incluye a televidentes, es una forma de convertir los Juegos en un fantástico escaparate de la ciudad. En Barcelona, como ya venía siendo costumbre en otras ciudades, se rehabilitaron decenas de edificios históricos, entre los que se encuentran el Palacio de Beaulieu y el estado de Montjuic.
Al tiempo, entre 1987 y 1992, Barcelona se modernizó de forma acelerada. Se limpiaron playas, se construyeron nuevos parques, se mejoró de forma notable el transporte público a todas las zonas de la ciudad y se desplegaron redes de telecomunicaciones. Cambios que han humanizado la urbe. Incluso se construyó la Villa Olímpica del Poblenou, que ahora es un barrio de la ciudad.
La Villa Olímpica de Barcelona 92
La Villa Olímpica de Barcelona, construida para alojar a los atletas, fue durante años un ejemplo de reforma urbana de éxito. Es, de hecho, el primer barrio barcelonés que da al mar, que hasta entonces había estado ocupado por un entorno profundamente industrial. Justo tras los Juegos, la ciudad española de Bilbao realizó su propia transformación industrial a cultural.
Barcelona se había convertido en un ejemplo a seguir en el nuevo mundo que pedía menos acero y más experiencias vitales. Varios de los logros de la Villa fue el convertir chabolas en pisos, saber ubicar bloques con mezcla de uso suficiente para aportar cohesión urbana, y conectar el barrio con la ciudad.
Se recuperó el concepto de "superunidad" integrada de alta densidad (15.000 personas por km^2^) que luego sería el modelo de la ONU-Hábitat, el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos, y sentó bases para la sostenibilidad urbana que hoy parecen obvias, como las "superislas".
¿Cuánto dinero costaron los Juegos Olímpicos de Barcelona?
Resulta complicado medir el enorme desembolso económico realizado por Barcelona y otros actores, pero el Comité Organizador de los Juegos de la XXV estima que llegaron a gastar hasta 900 millones de euros, pagados entonces con la moneda local, la peseta (en desuso con el euro desde 1999). Pero este no fue el único capital invertido.
Gracias a los patrocinadores se alcanzaron inversiones que rondan los 1.635 millones de dólares estadounidenses (unos 1.362 millones de euros). ¿El resultado final? Unos ingresos directos equivalentes a 1.638 millones de dólares (1.365 millones de euros), que ya por sí solos habrían justificado el proyecto.
Pero el impacto positivo para la región trasciende estas cifras. Se estima que el impacto económico directo del gasto desde 1986 a 1992 fue de más de 7.000 millones de euros para la región (trabajo, cultura, transporte, industria, formación…) según el Servicio de Estudios de La Caixa en su publicación ‘El efecto de la llama olímpica sobre la economía’. El impacto inducido superó los 18.670 millones de euros. Fue, sin duda, un buen "negocio".
Una característica importante de la inversión fue el gasto en "olimpiada cultural", un spin-off artístico de los juegos que se dio entre 1988 y 1992 y que dinamizó el panorama cultural barcelonés. Se estima que el gasto ascendió a 28 millones de euros en moneda actual. El rédito de esta inversión está más que contrastado.
Los Juegos Olímpicos, ¿dañan la economía de una ciudad?
Es posible que los Juegos Olímpicos no beneficien a largo plazo a la región. Atenas 2004 y Londres 2012 fueron dos casos de éxito para el turismo y el empleo previo a los juegos, pero no supieron o no pudieron aprovechar el capital invertido para realizar transformaciones urbanas a largo plazo. No en toda ciudad es viable acometer grandes infraestructuras.
En España, no era la primera vez que Barcelona atraía capital para mejorar su infraestructura mediante eventos mundiales. Ya en 1888 y 1929 acogió las Exposiciones Mundiales, y en la actualidad numerosos eventos globales se realizan allí, como el MWC Barcelona, el Automobile Barcelona o el Tomorrow.Mobility World Congress, entre otros. Han sabido gestionar muy bien esa experiencia del pasado.
Como se ha analizado con frecuencia, existe un riesgo importante y elevado cuando una ciudad se presenta como candidata a los Juegos, porque ha de realizar un esfuerzo económico para postular. Además, es imperativo evitar "excesivos sobrecostes que descoloquen las partidas presupuestarias" o aprovechar para "acometer las regeneraciones urbanas que la ciudad necesite", según puede leerse en un interesante PDF sobre este impacto.
Barcelona 92 es un caso de éxito porque tuvo la oportunidad de usar el capital invertido en los Juegos para mejorar la vida de sus habitantes y, con ello, de la región al completo. Pero no todas las ediciones de los Juegos Olímpicos han terminado con estos resultados. Tokio 2021 tiene por delante un enorme reto.
Imágenes | MINSUN KIM, Miquel Migg, Manuel Torres Garcia