Autor | Jaime Ramos
El Principado de Mónaco es uno de esos asentamientos urbanos que se califican como singulares. La ciudad, la población, sus altas rentas y su soberanía se concentran en 2,02 kilómetros cuadrados. Este apelotonamiento encuentra una vía de escape en la reclamación de tierras al mar.
El origen de la necesidad de expansión de Mónaco
La expansión de Mónaco puede ser razonable, pero, ¿es viable? El principado constituye el segundo país más pequeño del planeta, por detrás de la Ciudad del Vaticano. Se incrusta al Sur de Francia, país con el que comparte una montañosa frontera de unos 5,5 kilómetros. Al Sur del abrazo territorial galo Mónaco se topa con 3,8 kilómetros de costa.
Sus orígenes se hallan ligados a la casa Grimaldi desde el siglo XIII. No fue hasta 1861 que se considera a Mónaco una ciudad-estado soberana. Sus autoridades tardaron tan solo ocho años en dar con el régimen fiscal que explica en buena medida su condición de refugio de clases altas.
Allí viven, contados a principios de 2017, 37,550 habitantes. El incremento demográfico y la capacidad económica de sus habitantes tienen curiosas consecuencias. No solo se trata de que el Principado sea el segundo territorio del mundo con mayor densidad de población, sino que se alza como uno de los más prósperos. Uno de cada tres habitantes de Mónaco son considerados millonarios. ¿Puede este potencial económico vencer los límites físicos de su encajonamiento?
¿Desde cuándo Mónaco reclama tierras al Mediterráneo?
Mónaco no está solo en su intento de ganar terreno al mar. China, Dubái o Venecia han lanzado proyectos con el mismo objetivo.
De hecho, Mónaco cuenta ya con su propio historial de conquistas al Mediterráneo. Hasta el 20% de su superficie actual es artificial.
La primera expansión monaguense data de 1865, año en el que se erigió un primer terraplén que permitiese el paso del ferrocarril. En 1880 se habían conseguido ganar 5,5 hectáreas al mar en las áreas de Fontvieille, La Rousse y La Condamine.
Portier Cove: ¿cómo es la reclamación de tierras de Mónaco?
El último proyecto de expansión de Mónaco se ha bautizado con el nombre del área que se pretende crear. El príncipe Alberto II impulsaba la creación de Le Portier o Portier Cove en 2006, como extensión de la zona de Larvotto. Tres años después, debido a la crisis económica, se abandonó en favor de la edificación de la Torre Odeón, la construcción más alta del Mónaco con 49 plantas.
Aparte de la crisis, las preocupaciones sobre el impacto medioambiental eran palpables. Estas impidieron hasta 2020 un proyecto que aspiraba a ganar 10 hectáreas al mar.
El Principado ha reformado el proyecto disminuir el enorme impacto sobre el fondo marino. Con fecha de finalización en 2025, está previsto que albergue a más de 1.000 nuevos habitantes en residencias no poco lujosas.
La expansión de Mónaco al mar: ¿necesidad o negocio?
El interrogante persiste. Según los responsables del proyecto de Le Portier, el nuevo negocio inmobiliario reportará más de millones de euros en beneficios.
La compañía concesionaria, Bouygues Travaux Publics, ha establecido un plan que incluye la relocalización de especies marinas. Además, un equipo de científicos individuales vigila y asesora en pos de la conservación del ecosistema marino local. Como colofón, las edificaciones cuentan con un halo especial de sostenibilidad. No en vano el nuevo barrio se le denomina como "eco-distrito".
Las dudas se dirigen, no tanto a la acometida, sino a la necesidad primera de alterar un ecosistema marino como repercusión del contradictorio contexto inmobiliario (privilegiado, pero asfixiado en su territorio) de la ciudad-estado.
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