Autor | Jaime Ramos
Cuando Marshall McLuhan acuñó "El medio es el mensaje" pareció anticipar gran parte de lo que la digitalización iba a provocar en décadas posteriores. Ese mensaje o representación digital de la sociedad evoluciona, está vivo y requiere, más que nunca, unos principios éticos adaptados. Esto es lo persigue la ciudadanía digital.
¿Qué es la ciudadanía digital?
El concepto de ciudadanía digital se refiere a la aplicación de un código o normativa de responsabilidad para el uso de los innumerables recursos y vías de acceso que ofrece el universo digital: desde un ordenador o smartphone, hasta formas más avanzadas, como el metaverso o los motores basados en IA.
La "realidad física" acumula milenios de reflexión y perfeccionamiento de modelos normativos éticos, morales y jurídicos. Sin embargo, estos requieren de un encaje específico dentro del medio digital para prevenir las nuevas negligencias y abusos. La ciudadanía digital se encamina hacia ese objetivo.
Principios clave de la ciudadanía digital
Lo hace a través de nueve principios:
- Netiqueta. Referido al acceso y uso adecuado del medio usado.
- Comunicación o buen uso del lenguaje.
- Educación. Basado en que las herramientas digitales potencien la educación.
- Acceso. Integración y cohesión comunitaria, sin favorecer la discriminación.
- Comercio electrónico fiable y protección de los consumidores.
- Responsabilidad. Calificación jurídica y determinación de conductas digitales a las que aplicar responsabilidad.
- Derechos. Libertad de uso universal.
- Ergonomía. Favorecer la inclusión a través de los recursos digitales.
- Inseguridad. Creación de sistemas digitales de protección frente a posibles amenazas y malos usos.
Los principios datan de 2004 y fueron enunciados por los investigadores estadounidenses Mike Ribble, Gerald Bailey, and Tweed Ross en el artículo Digital Citizenship: Addressing Appropriate Technology Behavior.
Desafíos actuales en materia de ciudadanía digital
Puede que esta categorización suene algo teórica. Sin embargo, los investigadores ya previeron que necesitaríamos instrumentos para afrontar los desafíos actuales. Con los años han surgido fenómenos perniciosos motivados por los entornos digitales. Entre los ejemplos de conductas de mala ciudadanía digital, encontramos:
- Desinformación y noticias falsas.
- Uso indebido o incorrecto de los recursos digitales.
- Acoso online y cyberbullying.
- Ciberdelincuencia.
- Exposición indeseada de la privacidad y la intimidad.
- Fomento de la explotación sexual.
- Potenciación de la dependencia tecnológica o el aislamiento social.
- Desprotección infantil y aparición de problemas relacionados con el aprendizaje.
La importancia de la educación para el concepto de ciudadanía digital
¿Cómo combatir estos males del mundo digital actual? El ámbito educativo es el escenario imprescindible en el que se han de cultivar los buenos hábitos que promueve la ciudadanía digital. Las malas prácticas mencionadas nacen de un contexto de desconocimiento e indefensión para los usuarios y se hace más patente en las etapas más tempranas del aprendizaje.
La ciudadanía digital intenta extender una serie de prácticas saludables. Estas van desde extender a la esfera digital los Derechos Humanos de forma global, hasta crear instrumentos concretos que permitan incrementar la responsabilidad en el uso. Algunos son tan sencillos como:
- Practicar la alfabetización digital, enseñar a comprender y utilizar las tecnologías de la información.
- Promover y divulgar sistemas unitarios de normas que protejan de los abusos. Estos deberían incluir una delimitación de los derechos y deberes de los usuarios.
- Focalizar en el desarrollo de un uso crítico de las tecnologías, a través de una educación analítica de las herramientas online y el flujo de la información.
La ciudadanía digital, en definitiva, arroja algo de luz a un mundo que, con toda seguridad, ganará en complejidad ante el enorme impacto que ya causan nuevas variables como la inteligencia artificial.
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