Autor | Jaime Ramos
El Día Internacional de la Juventud se celebra el 12 de agosto y vuelve sobre un punto de vital importancia para las ciudades: la integración y participación activa de los jóvenes en las dinámicas sociales. ¿Por qué es tan importante?
¿Qué es el Día Internacional de la Juventud y por qué se celebra?
Fue a finales de 1999 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas impulsó este día y lo fijó el 12 de agosto. Según la ONU, la jornada sirve para "valorar a la juventud, ponerla de relieve ante la comunidad internacional, celebrando su potencial como aliado global de la sociedad".
Se insta a los jóvenes a "pensar qué pueden hacer por su comunidad y cómo pueden extender el mensaje de forma efectiva" a través de los diferentes canales y medios de comunicación social.
El énfasis con los jóvenes no es nuevo. Las Naciones Unidas llevan desde la década de los 60 tratando de promover la participación en este rango de edad con la meta de asentar en las comunidades valores fundamentales como la paz, el respeto mutuo y el entendimiento entre pueblos.
El papel de los jóvenes en la esfera pública
Los impulsos de la ONU han servido de semilla global para aportar soluciones a nivel local según las particularidades de cada comunidad. En ese sentido, las asociaciones juveniles y sus programas se han convertido en un instrumento clave en la consolidación de valores cívicos, la prevención del crimen y la desigualdad.
Integrar a la juventud localizada en un barrio o población local en la toma de decisiones otorga unos preciados frutos. Sin embargo, no resulta una tarea sencilla. Las asociaciones persiguen dotar de nuevos objetivos a unas comunidades que, en gran cantidad de ocasiones, se muestran reticentes al cambio.
Este fenómeno se repite en barrios donde la criminalidad es un problema. El crimen entre adolescentes suele responder, por lo general, a unos patrones diferenciados. Se puede comprobar los numerosos estudios en la materia y se refleja también obras de ficción como en la cuarta temporada de esa joya televisa que es ‘The Wire’, basada en las experiencias reales de su creador.
Por ejemplo, en el realizado en la ciudad de Toronto que muestra cómo el 65% de la criminalidad entre los 12 y los 17 años tiene como escenario localizaciones públicas, justo a la inversa que los delitos con autoría adulta. El trabajo pone de relieve otra realidad común: las zonas con menores ingresos son más susceptibles a los incrementos de la criminalidad.
Participación electoral: un ejemplo de desafección
El rol de los jóvenes en la esfera pública se ha evidenciado en otro termómetro, el electoral. En los últimos años, la participación de los jóvenes en las elecciones ha ido a la baja. The New York Times publicó un interesante estudio analizando los motivos, no solo en Estados Unidos, sino a nivel global.
Si nos quedamos en Estados Unidos, menos de la mitad de los jóvenes de entre 18 a 29 años votaron en las elecciones de 2016. Entre los motivos apuntados, están los escollos burocráticos del país. Aun así, los expertos coinciden en un flujo común que subyace y que tiene que ver con la no inclusión de los jóvenes.
Dame una meta y moveré el mundo
Existe algunos casos de interés en los que se puede comprobar con qué margen de actuación cuentan las asociacionespara redimensionar el papel de los jóvenes en la comunidad. La histórica Youth Association en Yorkshire resulta un ejemplo paradigmático de lo mucho qué se puede hacer.
En la actualidad, cuentan con nueve programas específicos que abarcan diversas áreas. En la prevención de la criminalidad, recientemente su grupo StreetVoice produjo un cortometraje basado en historias reales del barrio de Great Horton para prevenir y concienciar sobre los ataques con arma blanca.
El trabajo en grupos comunitarios termina por nutrir a los jóvenes con objetivos comunes imprescindibles para acometer los desafíos actuales a nivel global. Un ejemplo universal en la integración de los jóvenes es el del movimiento Youth Climate Action. La identificación de las urgencias climáticas deja patente lo crucial de la participación de los jóvenes. Y es que no podemos, ni debemos, dar la espalda al futuro.
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