Autor | M. Martínez Euklidiadas
La electrificación de los vehículos es un prerrequisito para la sostenibilidad ambiental y una calidad de aire aceptable en entornos urbanos. En estos las Zonas de Bajas Emisiones no dejan de extenderse desde su centro junto a las zonas vetadas al tráfico rodado privado. La pregunta es: ¿están nuestras redes eléctricas preparadas? ¿Hay generación de energía suficiente?
Energía eléctrica frente a combustión
La forma de energía usada para mover algo importa. La eficiencia ‘del pozo a la rueda’, que mide la eficiencia global desde que se extrae el recurso (petróleo o fluido eléctrico) hasta que el vehículo se desplaza, demuestra que usar energía en coches es básicamente un desperdicio. Los mejores motores térmicos tienen eficiencias de entre el 11% y el 22%, y los coches eléctricos del 22% al 35%. Se pierde casi toda la energía. En comparación, moverse caminando o en bicicleta sale gratis.
Pese a ser más limpios, cambiar cada coche térmico por uno eléctrico implicará aumentar la demanda de generación eléctrica, de ahí que los expertos insistan en que la única vía de movilidad viable es reducir de forma drástica el número de vehículos y los kilómetros que se conducen.
Compartir coche para reducir la dependencia energética
En el debate de la electrificación también caben preguntas sobre de dónde viene la energía que impulsa el coche eléctrico. En según qué mixes energéticos este puede tener más emisiones que el coche de combustión, especialmente por sus altos costes de fabricación e impacto de materiales.
Suponiendo que sea imposible hacer uso del transporte público o la movilidad activa y que haya que ir al destino en coche, compartir vehículo es una posibilidad para muchos trabajadores que viven cerca. Esos pocos kilómetros de la casa de uno a la del otro supondrán ahorros notables de energía al año por los kilómetros evitados y descargarán la curva de demanda incluso si el vehículo se carga a alta velocidad. El teletrabajo, dice la Agencia Internacional de la Energía, también ha de ser considerado si es viable.
Carga de baja velocidad, la clave de la carga de vehículos en propiedad
Si no queda otra que poseer un vehículo por persona, un enchufe convencional suele ser suficiente para viajes diarios al trabajo. Estos entregan entre 10 A o 16 A a 230 V, es decir, entre 23 kWh y 38 kW durante una carga nocturna de 10 horas. Además, la noche suele tener baja demanda y es poco probable sobrecargar la red.
¿Y yo dónde cargo mi coche?
La mayor barrera para el uso del coche eléctrico es carecer de un espacio donde cargar el vehículo, siendo a su vez la parte más crítica de la infraestructura eléctrica. Mucha gente no tiene garaje en propiedad ni alquilado, y no dispone de una plaza en el trabajo. ¿Qué hacer entonces?
Hace unos años el ayuntamiento de Londres dio con una solución ingeniosa: sacar tomas eléctricas de baja potencia de las farolas. Idea que Berlín ha copiado y más piensan imitar. Las farolas ya están conectadas a la red eléctrica, y a baja velocidad hemos visto que el coche carga sin problema. Es más, la batería durará más tiempo.
Esta solución soluciona, por un lado, el problema de no tener punto de carga, y por otro evita que se introduzcan puertos de carga rápida, lesivos para la batería y para la curva de demanda energética. Por descontado, el objetivo es electrificar todas las flotas al tiempo que se reducen de forma drástica.
Imágenes | Fré Sonneveld, TNMT, CHUTTERSNAP