Autor | Lucía Burbano
La afición por la agricultura urbana ha crecido en muchas ciudades y tiene el potencial de proporcionar una serie de beneficios como el aumento de la producción local de alimentos, el reciclaje de nutrientes, el incremento de espacios verdes urbanos y la mejora de la biodiversidad. Sin embargo, eso no basta para alimentar una urbe. Así las cosas, la pregunta se formula sola: ¿puede una ciudad producir alimentos variados y suficientes para abastecer a todos sus habitantes?
¿Cuántos alimentos consume una ciudad?
Si nos fijamos en un caso de país europeo, las cifras del Instituto Nacional de Estadística de España reflejan que en 2020 se consumieron 133,5 unidades de huevo, 5,5 kg de arroz o 7,9 kg de carne de cerdo por persona. Multiplicando el número de habitantes de una ciudad con estos y otros datos sobre el consumo alimentario tendríamos una idea aproximada de las cantidades que una urbe necesita producir para abastecer al conjunto de su población.
¿Existe por tanto el suficiente espacio en las urbes para dedicarlo a la agricultura o ganadería? Este estudio asegura que las ciudades suelen necesitar una superficie total de terreno entre 200 y 300 veces mayor que la huella geográfica de la propia ciudad para dedicarlo a alimentos y otros recursos, y para asimilar los residuos.
Sobre la capacidad que tienen las ciudades para producir sus propios alimentos, la Fundación Ellen McArthur dice que "por sí solos, los sistemas de agricultura urbana, como los que combinan la acuicultura de interior con la producción hidropónica de verduras, sólo pueden proporcionar una cantidad limitada de los nutrientes necesarios para nuestra salud".
Sin embargo, apuntan que las urbes pueden abastecerse de las llamadas zonas periurbanas, ya que el 40% de las tierras de cultivo del mundo están situadas a menos de 20 km de las ciudades.
Existe un precedente en el París de finales del siglo XIX. Los denominados "jardins ouvriers" (huertos obreros) llegaron a ocupar una sexta parte de la superficie de la ciudad y abastecían de lechugas a todos sus habitantes.
Tecnologías al rescate
Varias tecnologías inteligentes que ya emplean las ciudades pueden asistir en tareas relacionadas con la agricultura y ganadería, por ejemplo, para lograr una mayor eficiencia en el abastecimiento de alimentos.
La hidroponía o agricultura hidropónica
Es un método de cultivo que sustituye la tierra por una solución de agua enriquecida con nutrientes. Al emplear pocos recursos es una opción más sostenible frente a la agricultura tradicional, ya que también recupera y reutiliza el agua de riego.
Drones supervisores de cepas y ganado
Capaces de recorrer amplias superficies en poco tiempo, los drones permiten recopilar imágenes y todo tipo de datos como el estrés hídrico, número y tamaño de cepas o la evolución del color o forma de las plantas para identificar plagas o riesgo de heladas.
Para el ganado, si se utilizan simultáneamente dispositivos como collares para reses con GPS, los drones permiten facilitar ciertas tareas como la búsqueda de animales perdidos en zonas de difícil acceso o hacer un recuento de los animales.
Big Data para optimizar cultivos
La medición de datos que proporcionan los sensores instalados en los cultivos, juntamente con los datos proporcionados por las estaciones meteorológicas,
permiten, una vez analizados, tomar mejores decisiones que optimicen la eficiencia de los cultivos. Es la llamada ‘agricultura de precisión’.
Riegos 5G
5G-NR (New Radio) permite a los agricultores instalar varios dispositivos como contadores de agua inteligentes o medidores inteligentes para obtener datos y gestionar los riegos según las necesidades de sus cultivos. Esto es interesante, ya que según La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la agricultura emplea el 70% del consumo mundial de agua.
El futuro: las ciudades ya se mueven
En 2050, las ciudades consumirán el 80% de los alimentos producidos en el mundo. Conscientes de ello, iniciativas como la Milan Urban Food Policy Pact, con 250 ciudades participantes lideradas por la urbe italiana, quiere apoyar a las ciudades que deseen desarrollar sistemas alimentarios urbanos más sostenibles, fomentando la cooperación entre ciudades y el intercambio de buenas prácticas.
Otros como FoodSHIFT 2030 identifican, maduran y escalan tecnologías e innovaciones lideradas por los ciudadanos utilizando el diseño sostenible y los principios de la economía circular.
El reto es enorme, pero con la ayuda de las tecnologías smart, las ciudades que posean los entornos climáticos y la topografía adecuada pueden conseguir autoabastecerse de alimentos y contribuir a la sostenibilidad del planeta.
Fotografías | Unsplash/Gabriella Clare Marino, Unsplash/Filip Bunkens