Autor | Lucía Burbano
Las ciudades son organismos vivos y racionales. O cuanto menos con instintos. Sus avenidas, plazas o infraestructuras son los escenarios donde el ser humano desarrolla sus actividades cotidianas. Ordenarlas democráticamente es la función del urbanista.
Las ciudades también son entornos que evolucionan, crecen y mutan en paralelo a los cambios que experimenta la sociedad como conjunto. La convivencia es el eje de todo asentamiento humano, pero también lo son las actividades económicas, la vivienda, el ocio y el equilibrio entre asfalto y naturaleza.
Tampoco hay que olvidar la geografía o topografía que define las urbes, muchas veces condicionantes y prueba de que el buen urbanismo se adapta a las particularidades del lugar, no al revés, y a unos retos que además de locales son muchas veces universales.
El planificador urbano, una profesión milenaria
La primera referencia a la profesión de urbanista surge en la Antigua Grecia con la figura de Hipodamo de Mileto (498-408 a. C.). Considerado el primer planificador urbano, fue el arquitecto que diseñó el trazado urbano del puerto ateniense de El Pireo y supervisó la construcción de la ciudad de Rodas.
Es el autor del denominado ‘plan hipodámico’, que organiza el diseño de las calles en un trazado ortogonal; líneas rectas que se entrecruzan para formar cuadrados o rectángulos y que muchas ciudades globales han adoptado, adaptándola a su topografía local. Santiago de Chile, Brest, Lima, Nueva Delhi, San Francisco y un largo etcétera siguen su ejemplo.
El término urbanismo, por otro lado, se acuñó a finales del siglo XIX con Ildefons Cerdà, el ingeniero civil que presentó su diseño del Ensanche barcelonés en 1859. Su archiconocida planificación basada en un sistema de cuadrículas bebe directamente del ‘plan hipodámico’ y fue una solución urbana que ordenaba la ampliación de la ciudad condal más allá de sus murallas. Respondió a una necesidad muy concreta de una época en la se buscaba ‘higienizar’ unos cascos antiguos urbanos cuya densidad los había convertido en focos de insalubridad.
El urbanista, el ‘cerebro’ de las ciudades
Precisamente, el ejemplo de Cerdà es una muestra de cómo el urbanismo y los planificadores urbanos pueden influir positivamente en distintos aspectos relacionados con el tejido urbano y las interacciones que se suceden. A veces, sus ideas se quedan en el tintero y aunque puedan parecer sinónimos, un arquitecto no es un urbanista.
Veamos cuáles son las funciones del planificador urbano y cómo estas influyen en las ciudades y sus habitantes:
Planean y ordenan
Las ciudades son estructuras compuestas por elementos visibles e invisibles cuya encaje entra dentro de las funciones del planificador urbano. La parte visible de las ciudades se compone por el trazado de las calles y plazas para gestionar el tráfico de peatones y vehículos además del aspecto de sus acabados (pavimentación, señalizaciones), zonas ajardinadas o mobiliario urbano, entre otras.
La parte ‘invisible’ hace referencia a las redes de suministros como el agua potable, saneamiento, electricidad o gas, que también deben integrarse en el tejido urbano.
Legislan
Los urbanistas que trabajan para las autoridades locales participan activamente en la preparación de políticas y planes locales de ordenación para regular las intervenciones categorizadas en planes generales, parciales, ordenanzas municipales, clasificación del suelo entre urbanizable o no urbanizable, la inclusión de nuevos barrios, rehabilitación de espacios o recalificación de usos para incluir zonas verdes, peatonales, equipamientos, zonas residenciales o industriales.
Teorizan y piensan
Otra vertiente del urbanista es la de estudioso de la ciudad, una función relacionada con el uso que los habitantes hacen del entorno urbano ya habitado y cómo éste condiciona su interacción. Esta figura proyecta soluciones teóricas al urbanismo del presente y del futuro para dar cabida a las nuevas necesidades fruto de la evolución social, medioambiental y económica de las urbes.
La formación del urbanista
La enseñanza del urbanismo y ordenación urbana está vinculada con la licenciatura en arquitectura, aunque su enseñanza varía según los planes curriculares de cada país.
España es la excepción entre los países europeos, ya que no cuenta con una titulación específica en urbanismo y requiere de especialización a nivel de máster, posgrado o doctorado. En el resto del continente existen varias opciones de formación en urbanismo.
Colegios y organizaciones profesionales
En los países anglosajones existen organizaciones profesionales, como el Royal Town Planning Institute en el Reino Unido o el American Institute of Certified Planners en Estados Unidos, que acreditan la práctica del urbanismo tras superar las pruebas pertinentes.
En Francia, Alemania o Italia la enseñanza del urbanismo comenzó a partir de la década de 1960, con una duración de uno o dos años. Esta se divide en tres vertientes; la planificación, el diseño urbano y la investigación.
Especializaciones del urbanista
A la par con las inquietudes sociales y medioambientales, la formación del planificador urbano puede especializarse aún más en distintas ramas:
- Urbanismo sostenible
Una formación enfocada a las necesidades medioambientales del presente y de futuro pensado en la reducción de emisiones y una mejor eficiencia de recursos energéticos.
- Urbanismo smart
Los datos y nuevas tecnologías permiten aportar información más detalladas de las dinámicas urbanas gracias a la sensórica del Internet de las Cosas y a la participación ciudadana
- El urbanismo táctico
Especialización enfocada en la recuperación del espacio público y maximizar su valor compartido mediante intervenciones ligeras, de bajo costo y rápida implementación.
Perspectivas profesionales del urbanista
Mientras sigan existiendo ciudades, municipios y pueblos, no faltarán oportunidades laborales para los planificadores urbanos. Según la Oficina de Estadística Laboral de Estados Unidos, se prevé que el empleo de los planificadores urbanos y regionales crezca un 7% entre 2020 y 2030.
En el Reino Unido, las cinco áreas laborales que ocupan los licenciados en urbanismo son los de tecnólogos arquitectónicos, funcionarios y consultores de planificación (27%), topógrafos (21%), agentes inmobiliarios y subastadores (4%), gestores de propiedades, viviendas y bienes inmuebles (3%) y gestores de proyectos de construcción y profesionales afines (3%).
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