Autor | M. Martínez Euklidiadas
Toda forma de asentamiento humano tiene un impacto en su entorno, pero no todo tipo de urbanismo contamina de la misma forma. El proceso de urbanización heredado del siglo pasado contribuye a la contaminación medioambiental. ¿Hay alguna forma de urbanismo de bajo impacto?
Factores como la eficiencia energética, la reducción del consumo per cápita, una buena gestión de residuos, la descarbonización de la movilidad o la densificación urbana son elementos que todo municipio puede potenciar para reducir su impacto en el entorno. ¿Cómo frenar el impacto con las ciudades inteligentes?
¿Cuál es el impacto de la urbanización?
La actividad humana impacta en el medio ambiente, y la urbanización —construir asentamientos humanos— no es una excepción. En 2020 la masa antropogénica, entre la que se encuentra el hormigón, los ladrillos, los áridos o el plástico ya sumaba más masa que toda la vida junta. La energía y materia incorporada de estos materiales es uno de los mayores factores de impacto ambiental.
También existen otros impactos ambientales derivados del urbanismo, más acuciados cuanto mayor es su dispersión, tales como la pérdida de masa forestal, el elevado consumo de agua, el desplazamiento de especies, la concentración de residuos o el uso de combustibles fósiles. A menudo estas formas de arrasar el medio ambiente a nuestro alrededor generan problemas sanitarios, como la zoonosis.
¿Cómo afecta la urbanización a la contaminación y el medio ambiente?
La contaminación e impacto medioambiental está relacionada con el aumento poblacional y el uso de energía por persona, así como con el tipo de urbanización. No todas las formas de urbanizar son igual de lesivas.
Por ejemplo, ciudades densas que permiten calderas de gas y coches emiten menos contaminación por habitante, pero su concentración hace que los niveles medidos sean superiores e impactan negativamente en la salud. Por contra, ciudades distribuidas emiten más contaminación por persona y, aunque a largo plazo su impacto es mayor, este se percibe menos.
Algo análogo ocurre con los residuos urbanos, el agua, la energía, los combustibles o el uso del suelo, así como el uso de materiales con sus correspondiente impacto en la biodiversidad. Todo urbanismo deja su huella, pero las ciudades distribuidas y de baja densidad son el tipo de urbanismo que más lo hace, precisamente porque ocupan más espacio.
¿Cómo frenar el impacto de la urbanización con las ciudades inteligentes?
Diseñar espacios urbanos de bajo impacto —el impacto nulo no existe— es prioritario en la agenda ambiental y ciudadana. Y es que los espacios urbanos de bajo impacto también tienen mejores métricas de salud, mejor calidad de vida, comercio más vibrante o menores emisiones, entre otros.
Las ciudades inteligentes de bajo impacto ambiental y social necesitan:
- Una densidad suficiente como para que el grueso de los traslados sea a pie o en bicicleta, seguidos de viajes en transporte público.
- Políticas activas de climatización eléctrica comunitaria, dado que la individual y de combustión tiene un impacto mayor.
- Diseños tan durables como sea posible, ya que el coste ambiental de derribar y volver a construir es de los más altos.
- Un aumento de la biodiversidad local, para evitar el impacto que ha tenido su reducción y simplificación
- Poner el foco en redes de transporte ferroviarias y en una red de comercio de corta distancia, para reducir el impacto del consumo.
- Fomentar las redes circulares de materiales, incluidos residuos, de forma que no sea tan necesario extraer materias primas.
Imágenes | Jens Herrndorff, CHUTTERSNAP